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Las fobias. ¿Qué son?

  • lorizzonte1
  • 22 ago
  • Tempo di lettura: 4 min
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¿Qué Son las Fobias?

Explorémoslo juntos a través de un nuevo artículo publicado en el blog de mi sitio Benessere a Grandangolo (Bienestar a Gran Angular).

Detrás de las fobias, del griego phobia (miedo), pueden esconderse diversos aspectos. Pensemos en el miedo a las arañas (aracnofobia), a los insectos (entomofobia) o a las serpientes (ofidiofobia).

Las fobias pueden verse como una especie de “traje de camuflaje” que oculta problemas internos no resueltos: miedos ligados a experiencias vividas y nunca enfrentadas por completo.

Estos miedos pasan por un proceso en el que un malestar interno se proyecta hacia afuera, manifestándose como miedos extremos y desproporcionados, una fobia, hacia un objeto externo.

La fobia no es más que una ocultación del problema original, que se vuelve invisible tanto para quien la vive como para quien la observa. La persona experimenta un malestar real, pero sin tener que enfrentar la causa raíz.

Por ejemplo, el miedo a las arañas cuando se convierte en fobia.

Uno podría pensar que esta reacción es comprensible, ya que las arañas son pequeñas, a veces peludas, saltan y pueden morder, causando repulsión o incomodidad para algunos. Sin embargo, las causas de una fobia son complejas y suelen derivar de una combinación de factores.

La fobia a las arañas surge a menudo de una combinación de predisposición (evolutiva o genética) y aprendizaje (experiencias personales y ambientales).

Aunque racionalmente sabemos que muy pocas arañas son peligrosas, nuestro cerebro emocional, guiado por el miedo, puede dominarnos.

Esta condición emocional puede tener varios orígenes, que exploramos a continuación:


  1. Orígenes Evolutivos: Algunas teorías sugieren que el miedo a las arañas (y a las serpientes) podría derivar de un mecanismo evolutivo: los antepasados que reaccionaban rápidamente ante criaturas potencialmente peligrosas tenían más posibilidades de sobrevivir. Algunos estudios muestran que los niños enfocan su atención más rápido en imágenes de arañas que en otros animales. En estos casos, interviene una parte muy antigua del cerebro, a veces llamada “cerebro reptiliano”, que nos conecta con miedos ancestrales. Sin embargo, esta explicación no es universal: en muchas culturas, las arañas son veneradas o incluso consumidas, lo que indica que el miedo no es innato para todos.

  2. Experiencias Vividas (Trauma y Aprendizaje Directo): Una causa frecuente es una experiencia traumática, como una mordida, el susto de encontrarse una araña encima o escenas fuertes en películas. A menudo, el recuerdo puede ser vago o incluso reprimido, pero la huella emocional permanece: se habla de “trauma por arañas” incluso sin un recuerdo consciente claro.

  3. Aprendizaje Social y Cultural: Los niños aprenden de las reacciones de padres o cuidadores. Si un adulto muestra pánico o disgusto hacia las arañas, el niño puede interiorizar el miedo y reproducir las mismas reacciones observadas. Comportamiento aprendido, no innato.

  4. Factores Genéticos y Predisposición Hereditaria: No existe un “gen de las arañas”, pero la ansiedad a menudo tiene un componente hereditario. Si otros miembros de la familia tienen fobias, es más probable que se desarrollen también, por imitación social o predisposición biológica.


La cultura y los medios de comunicación también influyen, reforzando la idea de las arañas como criaturas aterradoras o repugnantes.

El ejemplo concreto que comparto a continuación es lo que más deseo transmitir con este artículo.

Mi objetivo es ofrecer al lector una perspectiva para comprender mejor lo que a menudo escapa de su verdadero significado y causa. La incertidumbre genera malestar, pero la claridad nos acerca al bienestar.

En un proceso de crecimiento personal y acompañamiento, una clienta me contó que tenía un miedo intenso a las arañas, hasta el punto de llamarlo fobia.

Le pregunté cómo se sentía al verlas, y respondió:"Me dan miedo porque se esconden y pueden meterse en todas las rendijas. Siento que es difícil convivir con ellas."

Al preguntarle: "Si tuvieras que asociar la araña con una persona, ¿qué características tendría y qué emociones despertaría en ti?" respondió:"Sería alguien que se esconde y salta de la nada. Te salta encima. Está quieto en un rincón todo el tiempo y si intentas moverlo, se desplaza rápido y no sabes a dónde irá."

De estas palabras surgieron tres grandes miedos: lo incontrolable, lo impredecible y lo inesperado.

No se trataba solo de arañas, sino de experiencias de vida relacionadas con personas cercanas, padres o cuidadores, percibidas como impredecibles y difíciles de manejar.

Estos tres miedos otorgaban al mundo exterior el poder de condicionar el mundo interior de la persona.

Una vez clarificada la situación, identificamos a la madre, a través de ciertos comportamientos, como el símbolo de la araña y, por tanto, el origen de la fobia.

Para mi clienta, reconocer abiertamente el malestar vinculado a la madre habría sido demasiado doloroso, por lo que el subconsciente trasladó esa carga emocional a la araña, transformando el miedo y la repulsión hacia el animal en fobia.

La madre, generalmente pasiva y poco realizada personalmente, había vivido ocultándose de sí misma y, en parte, de su hija, atrapada en límites autoimpuestos, creencias y convicciones bloqueantes.

Para la hija, era una figura difícil de afrontar, sobre todo en sus reacciones repentinas, similares a las de una araña que permanece quieta en un rincón y se mueve bruscamente e impredeciblemente si se la molesta.

A nivel inconsciente, esto se traducía así:"Mamá generalmente permanece pasiva, inmóvil frente a muchas situaciones. Pero cuando la frustración crece, si intento cambiar su opinión o explicarle algo, reacciona agresivamente. Y me cuesta sostenerme y defenderme de las consecuencias."

Al sacar a la luz esta dinámica y encontrar nuevos recursos internos para afrontar la relación con la madre, los niveles de miedo a las arañas disminuyeron progresivamente hasta desaparecer por completo.

Todo esto me parece maravilloso. Cada persona es un mundo fascinante, complejo y valioso. Por eso he transformado mi pasión por la arqueología en mi misión: arqueóloga del alma.


Con Amor,

Laura Monza

 
 
 

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