Tenerife y el viaje interior: cómo nuestra percepción transforma el paraíso en un purgatorio

Tenerife y el viaje interior

¿Cuántas veces buscamos respuestas en la vida y en cuántos casos tendemos a buscarlas fuera de nosotros? Muchísimas.

Como seres pensantes, nuestra mente racional, lógico-analítica, moralista y, finalmente, utilitarista, guía e influye nuestras decisiones la mayor parte del tiempo y en la gran mayoría de los casos. Incluso cuando estamos convencidos de lo contrario. La mente consciente, una caja llena de convicciones, creencias y apegos, se alimenta de preguntas que exigen respuestas sin contemplar ninguna defección.

Esto significa que, cuando no encontramos la respuesta que buscamos, puede convertirse en un verdadero problema que impregna nuestro día a día con tensiones, malestares, insatisfacción, dudas, incertidumbres, miedos e inseguridades en todos los niveles.

Me ha sucedido innumerables veces, durante mis caminos de crecimiento personal como Mental Trainer, Life & Spiritual Coach y Mentora, encontrar personas que han buscado en su traslado a Tenerife una respuesta y solución a sus problemas de diversa índole y naturaleza.

La isla de Tenerife también fue para mí una elección importante que muchos definen como "valiente". Vivo en esta maravillosa joya del archipiélago de las Islas Canarias desde hace tres años junto a mi esposo, David Cardano, con quien comparto la misión en la relación de ayuda y crecimiento personal.

Durante este tiempo, la he escuchado describir de muchas maneras. Lo que más ha llamado mi atención es cómo en cada relato la isla se identifica como si fuera un ser sensible, dotado de características humanas que decide autónomamente y que tiene un carácter distintivo a través del cual crea una relación con las personas que entran en contacto con ella, si consideramos la isla, o con él, si consideramos el volcán Teide. Este último, dominando la isla sin oposición, tiene la fama de poseer un gran poder sobre ella, no solo a nivel morfogeológico. De hecho, es llamado "padre Teide".

En esta isla, que según esta lógica podríamos definir como patricéntrica, la figura "parental" del padre Teide, con su poderosa energía, parece determinar nuestro destino, decidiendo si nuestra permanencia en el paraíso terrenal, la tierra de la eterna primavera, como la han descrito exploradores de todo el mundo a lo largo de los siglos, será temporal o indefinida.

Aprobados o rechazados, acogidos o repudiados, absorbidos o literalmente expulsados. ¡Cuántas cosas he escuchado en alabanza o rechazo hacia esta entidad con rasgos humanos (Tenerife), cuántas personas complacidas o contrariadas a veces por la misma característica y cuántas más reflexionando sobre una separación (de Tenerife) o a punto de llevarla a cabo, cansadas y agotadas de algo que falta o que está en exceso!

El punto más importante que he desarrollado durante los encuentros con estas personas no ha sido comprender los problemas cotidianos actuales que se reportaban como la causa principal de los malestares atribuidos al territorio, sino identificar el momento exacto o el período en el que tomaron la decisión de recoger sus cosas y dar el gran salto.

¿Qué ocurría en ellos en ese momento?

Lo que los rodeaba afuera, ¿qué desencadenaba en su mundo interior?

Es en esta cápsula espaciotemporal donde podemos encontrar respuestas importantes, y lo que hay que notar es que la cápsula representa un elemento interno y no externo a la persona. En ese contenedor imaginario está toda la información que nos puede proporcionar la verdadera respuesta a esa sensación de placer o malestar de estar en la isla, lo que la convierte simultáneamente en un paraíso o un purgatorio, hasta transformarse en un infierno para algunos. Estos tres elementos (paraíso, purgatorio, infierno) se refieren a un estado interior y no a algo externo que contribuye a generarlos.

Con lo dicho hasta aquí, no estoy afirmando que la isla no tenga características. Todo territorio las tiene (morfológicas, climáticas, naturales, sociopolíticas...).

Pero "el territorio no es el mapa".

La expresión "El territorio no es el mapa" en psicología proviene del pensamiento de Alfred Korzybski, fundador de la semántica general. Significa que nuestra percepción de la realidad (mapa) no es la realidad misma (territorio).

En otras palabras, la manera en que interpretamos el mundo es siempre una representación subjetiva, filtrada por nuestras experiencias, creencias y convicciones personales. Nunca vemos la realidad de manera absoluta, sino a través de nuestro propio modelo mental. Este último no nació con nosotros, sino que es el resultado de todas las experiencias que llevamos desde la infancia, de los valores que hemos asimilado, de las personas que hemos conocido y de los desafíos que hemos enfrentado a lo largo de nuestro camino hasta el presente.

Cada uno de estos elementos nos ha moldeado y ha contribuido a crear nuestra visión personal de la isla con sus respectivos beneficios o incomodidades derivadas de ella.

La idea de que lo que llamamos realidad es fruto de nuestro modelo mental es la base de muchas disciplinas psicológicas, como la PNL (Programación Neuro-Lingüística), que es uno de los diversos recursos que utilizo en mis caminos de crecimiento personal (para más información, visita www.lauramonza.com).

Este concepto subraya que cada individuo tiene su propio "mapa del mundo" y que comprender esta diferencia puede ayudarnos a descubrir que esa isla que parece tener el poder de cambiar nuestro destino para bien o para mal no es más que un lugar en el mundo entre muchos, que representa una oportunidad potencial.

Para aprovechar al máximo esta posibilidad, es necesario trabajar primero en nuestro mundo interior, para que nuestra percepción, los filtros a través de los cuales vemos la realidad y, en esencia, nuestra mirada al mundo, donde sea que estemos, se orienten hacia un bienestar amplio, como me gusta definirlo en mi misión en la relación de ayuda y crecimiento personal.

Con Amor,

Laura